Caramba, menudo viaje el de Vilna y Riga. Es una pena que el informe se limite a Varsovia, de lo contrario tendría páginas y páginas escritas sobre Berlin, Praga, Estocolmo, Londres y estas dos últimas ciudades (como se nota que le empiezo a coger el tranquillo a esto de fardar de los sitios en que he estado). Y como me ciño al término de Varsovia como ciudad lo unico que puedo decir es que llegué a la estación de autobuses a las siete y media de la mañana tras casi once horas de viaje intentando dormir en los asientos posteriores de un autocar que salia desde Riga. Llegamos a la parada de atubuses que no era Centralny, asi que tuvimos que coger un autobus de los normales. La mayoría de la gente, como eran todos de Radomska cogieron un mismo autobus, mientras que Javi y yo nos quedamos a esperar. Por fortuna, habia un bus que me llevaba directamente a casa, asi que en cuanto vino me despedi de Javi diciéndole que me llamara si salía aquella noche. Una vez en casa me encontré una nota de la marquesa diciendo que había puesto toda la comida que Ana y André habían dejado y que podía comer lo que quisiera de ahi, también que había comprado un tubo nuevo para la ducha y que como los otros dos se habian ido antes nos tenñiamos que repartir el precio entre ella y yo y también me dejó un nada alentador mensaje de que mantuviera la casa limpia porque vendría una nueva inquilina (pero no decía quién, ni cuando, ni porras). Después de eso lo normal habría sido ponerme a dormir y recuperar el sueño, pero enchufé el ordenador y me puse a ver series y a ver si encontraba gente con la que hacer planes. Revisando el Facebook resultó que una compañera de piso de Natalia decidió meterse a mentora y su Erasmus era la chica que se vendría al piso, sin embargo, no sabía qué hacer con ella porque la marquesa era la única que estaba en el piso esa semana y estaba desaparecida (más tarde me enteré de que estaba de vacaciones en Poznan con su novio, ero eso ahora no viene al caso), lo importante es que sabiendo el follón de inquilinos que se le venia encima se habñia marchado sin decir nada y dejando a la gente colgadas. la preocupación de la nueva mentora recayó pues en el otro que quedaba en el piso, o sea, yo. Y no me expliqueis como, el lio que se monto por e-mail fue de órdago. La nueva mentora estaba buscando la ayuda de Natalia para contactar con la marquesa. Natalia, desde su pueblo, comprobaba qué hablábamos la nueva mentora, Kasia, y yo. No sé cula de las dos consiguió contactar con la desaparecida. Entre tanto conseguí chatear con Natalia, que seguía en su pueblo y andaba precocupada claro está porque no se sabñia nada de la amrquesa y los nuevos inquilinos estaban empezando a llegar y no tenían lugar donde quedarse. El caso es que lo que si estaba claro, como luego me enteré, que el lunes a las seis y media de la mañana vendría la Erasmus de Kasia y yo tenía que estar en casa para abrir la puerta porque de la otra no se sabía nada. También aproveché por la tarde para quedar con una de las polacas que habñian venido al viaje de Londres organizado por el profesor de British Studies, una morena alta y delgada llamada Victoria. Fui a buscarla a Centrum, cerca de donde trabajaba y como hacía mucho frío nos fuimos después a un Starbuck cercano donde comenzamoz a hablar cada cual de sus cosas: el sitema educativo, las expectativas de futuro, España y Polonia. Durante las dos horas que estuvimos hablando no podía dejar de pensar en todas las veces que, durante el viaje a Londres, me dio la sensación de que me hacía ojitos, incluso después de haberme enseñado la foto de su novio (que espanto de hombre, por cierto) en un bar londinense. Yo dejé caer en la conversación que el piso estaba vacío, aunque no me sorprendió que la otra no reaccionara en absoluto o se hiciera la sueca y hablara de que por la tarde su hermana la habñia pedido ayuda para la mudanza. Hubo un momento en el que el novio le llamó y, tras colgarle me dijo que sospechaba, que era muy celoso y que tras cinco años juntos no se acostumbraba a que ella saliera algun dia con amigos que él no conociera. (Ahora en serio, disculpadme si os ofendo, chicas, pero ¡¿que clase de tía dice eso si no está tirandole los tejos a alguien?! Tal vez sea novato en estas cosas, pero que me aspen si en esos momentos no se le cruzaba El sábado por la noche era el cumpleaños de una valenciana llamada Belén (si os suena el nombre es porque era la española con la que Ana, mi compañera de piso, compartía habitación en la residencia Sarna durante el curso de polaco de dos semanas) y, aunque cada cual iba a ir a su bola y a hacer algo antes, todos se acabarían encontrando en el Filosoficna. Yo conseguí quedar con Bárbara y Silvia, pero en el último momento, cuando ya estaba a punto de coger el tranvía en la parada, me escribió Silvia un mensaje diciendo que lo cancelaban. Asi que ya quee staba en la calle llamé a Javi, por si no tenía algun plan que se viniera conmigo. Desde un pirmer momento sabía que si Belén hacía alguna cena o algo similar antes de ir a la discoteca invitaría a Javi con toda seguridad, pues ambos se conocieron en la residencia durante las dos semanas del curso y se habían hecho buenos amigos, por eso le dije a Javi que me llamara si salía. Lógicamente Javi no me llamó y cuando descolgó su teléfono se notaba ruido al fondo. Logré ir derivando la conversación haciendo preguntas inversas hasta saber que estaban cenando en un restaurante que no era Sarna y, dado que hubo oportunidades suficientes para que me invitara a unirme, pero no la hubo, deduje que nadie me quería por alli. Siguiendo la conversación Javi me recomendó llamar a LuisMi y Jacobo, de Radomska que pensaban salir, sin duda con la intención de deshacerse de mi y seguir cenando. No se lo puse dificil y me despedí de él poco después. LuisMi estaba apunto de salir a tomarse unas cervezas con nosequienes, polacas con toda seguridad, y me dijo que llamara a las chicas. A estas alturas yo ya me encontraba a medio camino de Radomska. Haciéndome el despistado, pero con referencias evidentes a lo que pensaba hacer cada cual, me invité diciendo que si aun estaba a tiempo de apuntarme a lo que fuera que se fuesen a apuntar ellas y asi fue como acabé saliendo de Radomska con ellas de camino a la residencia de MariFeli, que estaba por ahi cerca, que tenía la habitación libre porque su compañera coreana no estaba aquella noche. Y compramos unas cervezas de camino para el rato que íbamos a estar antes de salir al cumpleaños de Belén. Asi que alli en la habitación nos pusimos inevitablemente a cotillear sobre los nuevos inquilinos de Radomska. Y una duda nos asaltó: a punto de que se fuera la anterior compañera de habitación de Isa, Timi de ungría, Natalia formuló una pregunta al aire «¿te imaginas que tu nueva compañera sea turca?» y nadie le dio importancia, hasta que Isa regresó de nuestro viaje y se encontró con una compañera turca. ¿Casualidad? De ahi pasron a hablar de la confianza que tenía Natalia con la «repartidora de habitaciones» de administración y era más que posible que Natalia sugieriese a la estudiante entrante de Turquía como compañera, porque total, a los de administración les daba igual donde durmieran los nuevos Erasmus mientras ocuparan su plaza en el dormitorio. Asi que era más que probable que Natalia hubiese sido quien decirdiera la nueva compañera de Isa. Y por esa misma regla de tres, según Inma, la marquesa no estaba en Radomska a pesar de su insistencia, porque Natalia no debía querer tenerla cerca. Después de eso nos pusimos a escuchar música chorra y les puse la acanción de Indeleble, de los Peter sellers, que desde que la canté en Riga les había gustado. Allá por la medianoche, cogimos un autobus nocturno y nos fuimos a Centralny con la intención de coger un taxi desde allí e ir a Philozophichna donde se iba a ecnontrar un mogollón de gente (aunque al final tampoco fuimos tantos). Total que el ambiente estaba bien allí y, como esta vez la proporción Erasmus era más baja de lo habitual, la mayoría de los nativos deambulaban sin temor. Una vez saludé a todo el que podía conocerme, empecé a dar vueltas en pos de una buena presa (entiendo que este tipo de expresiones pueda parecer ofensivo para algunas lectoras, pero deben ponerse en mi lugar, el tiempo se me estaba acabando y solo tenía cuatro días para cumplir mi principal objetivo del Erasmus) y, tras intercambiar algunas palabras con Inma acerca del propósito de la noche me acerqué a una polaca alta que estaba un tanto sola. Han pasado ya casi seis días desde entonces y mi memoria no es tan buena, asi que me disculpo si no recuerdo los detalles con la precisión que me caracteriza. El caso es que después de estar bailando con ella, vino una de sus amigas a buscarla diciendo que estaba cansada y que se iba ya. Malditas amigas entrometidas. Una menos. Ya que me había quedado igual que al principio, me acerqé a la barra a pedir una cerveza. Alli me encontré con Jambry y Mónica, que se encargó de recordarme que le pasara las fotos del viaje a Praga, asi que le pedí un boli al camarero y me escribí en el brazo que el miércoles por la mañana le llevara las fotos a Mónica a su residencia. Ya ha pasado casi una semana y las fotos siguen en mi ordenador, ahora estoy en Madrid y no se las puedo llevar, pero como la otra tampoco a dado señas de preocupación pues como que me importa menos. Tras eso, volvi a mezclarme con la gente y hubo una muchacha que se chocó conmigo, imagino que a porpósito con la intención de llamar mi atención, pero estaba bailando con una amiga suya y, a pesar de las miradas que nos lanzábamos, no parecía dispuesta a dejar a su amiga de lado. Aguantando el tipo en los alrededores, balanceándome al ritmo de la musica que sonaba y habalndo con los españoles que había a mi alrededor, noté que un polaco se acercaba a la amiga de la que me había empujado y se me ocurrió intentar separarlas. Haciendo como que me estaba presentando, le dije al polaco que las separásemos de forma que cada cual se fuera con la que le interesaba, a lo que aceptó con mucho entusiasmo. He de decir que la estrategia surtió efecto y, en pocos segundos yo ya estaba solo con la polaca del empujón quien, de vez en cuando, alzaba la mirada para buscar a su amiga. Afortunadamente el otro tipo cumplio con su parte y la alejó lo suficiente, pero por si acaso lo que yo hice fue girarnos sutilmente, de forma que yo estuviera de espaldas a la pared y ella, mirándome a mi, solo pudiese ver ladrillo detrás mio y, de esa forma, si quería tener un mínimo de compostura, no podría girar la cabeza disimuladamente para buscar a su compañera, si no que debería girar el cuello entero y, en ese caso, yo podría percibir inmediatamente que la estaba buscando y podría distraer su atención cogiéndola de la mano o hablándole al oido. La cosa parecía funcionar a las mil marvillas, hasta que de la nada apareció la amiga diciendo que se iba y la otra, por no quedarse sola, se fue con ella. Lo sorprendente fue que la amiga se estaba yendo con el polaco que la había separado de la otra. Vivir para ver. Asi que nada, otra vez me quedé tal y como empecé. Igual que antes, me puse a ver si hablaba con alguien o algo para pasar el rato. En una de estas, me acerco al escenario y veo a una chica que antes me había echado un ojo sentada, si que la saco a bailar y parece que la cosa funcionaba. Al principio, cada vez que arrimaba mi cara a la suya la chica se echaba un poco para atrás, seguramente temiendo que la besara, pero cuando se percató de que no pensaba hacer eso (de momento), cogió confianza y hubo un momento, ya casi al final, donde llgué a juntar nuestras narices y ella me miró expectante. Pasados unos minutos la veo que jadea y la digo que si quiere sentarse. Desafortunadamente habla en francés, ya ves tu que mala suerte la mia, para una polaca que no vienen a recogerla va y resulta ser franco-parlante. En el momento en que nos sentamos ya noté que la cosa no iba a mejorar, asi que me centré en mantener el nivel de la conversación tan buenamente como pude (habida cuenta de lo poco que he hablado el francés desde que acabé la secundaria). Llegó un momento en el que carraspeó y se me ocurrió invitarla a un chupito de kamikaze, esperando que el poco alcohol que lleva me pusiera las cosas más fáciles, pero de nuevo me equivoqué y a pesar de que después de eso seguimos bailando y me acerqué a ella como no lo había hecho con ninguna otra antes, cuando regresamos al area de sofases a recuperarnos de tanto movimiento, la chica encontró a una amiga suya, con quien hasta entonces no habia cruzado palabra ni la había mencionado, sentada en uno de ellos y poco menos que dando una cabezadita. La muchacha empezó a hablar con ella imagino que lo tipico: decidir si se iban o se quedaban y yo, harto de quedarme siempre mirando la animé a que se quedara, me preguntó que por qué y todo lo que recuerdo fue que me dejé caer por el respaldo del sofá y responderle que haría cualquier cosa con ella. Se lo repetí de nuevo cuando dijo «¿que?». La amiga la miró como diciendo que podría replantearse la noche, que a ella no le importaba volverse sola, seguramente consciente de mis encantos, pero la polaca franco-parlante no estaba muy segura. Decir aquella frase no fue un buen curso de acción y aunque me doy cuenta ahora, no me extrañé cuando al final se quiso despedir y se fue con la amiga. Total, que la noche se pasó casi sin darme cuenta y no llegué a ninguna parte. Ya estaban cerrando el local y la gente pensaba irse al Luzztro, algunos andando, otros en autobus. Ya que habia gente que iba a ir en autobus me fui con ellos, pues no planeaba pagar entrada en el Luzztro para no encontrar a ninguna moza que estuviese sola, y es que tras mis breves incursiones en ése sitio llegué a la concluisón de que allí solo iban los que no tenian ganas de irse a casa y seguir bebiendo a pesar de que no había ni buena musica ni chicas guapas. Ya casi llegando, salió el tema del cumpleaños de Belén, Javi iba con nosotros y no pude evitar que mi característico sarcasmo saliera ala luz y acabara explotándome en las manos cuando finalmente él me dijo las cosas claras, y es más que probable que sobreactuara, pero Javi tenía razón: si Belén le había invitado a él a la cena de su cumpleaños en el restaurante donde le pillé a principios de la noche, no tenía motivos para llamarme si Belén no le dijo nada. Llegado a ese punto, por fortuna, se bajaron del autobus y se fueron al Luzztro mientras que yo continue con mi habitual transbordo de autobuses hasta llegar a casa.
A la mañana siguiente, me desperté con dolor de cabeza, sin duda, rescoldos de resaca, y lei un mensaje que Javi me envió una hora después de dejarles en el autobús. Razón no le faltaba al reprocharme mi actitud y le respondi como pude, en otro mensaje, disculpándome y explicando el por qué de mi reacción. No era la primera vez que alguien me dejaba de lado tras haberle pedido encarecidamente que no lo hiciera, sin embargo, me sorprendió y me molestó que de todos los que lo habían hecho, él tambien fuese a ser uno de ellos. En fin creo que la situación se arregló tan buenamente como pudo. Por el facebook, me enocntré con Kasia, la compañera de piso de Natalia, que se había decidido a apuntarse al programa de mentores (¿ya he dicho esto antes? no estoy seguro, hace dos dias desde que escribi por ultima vez) y me recordó que a las seis de la mañana del lunes llegaría al piso junto con su Erasmus, una Lituana. Después recuerdo poco más de por la mañana y por la tarde. Sé que me fui a casa de MartArancha, que Javi si que me lo dijo por el facebook y me planté en su casa a eso de las diez, cuando la hora de la quedada era a lasa ocho (cada vez quedaban más temprano para procurar no molestar a los vecinos). pero no sirvió de nada, porque de nuevo yo fui de los primeros en llegar. Debí estar esperando lo menos quince minutos mientras se arreglaban, hasta que llegó un turco con alguien más. Intentando mantener la poca conversación que tenían (a decir verdad me intersaba más bien poco lo que me fuesen a decir), el turco se preparó algo que parecía estar mezclado con maría (nótese que está en minúscula y no estoy hablando de ninguna chica), lo envolvió en papel albal mientras me decía que si quería probarlo, y después cogió una botella de agua con dos agujeros en la parte baja, los taponó con las yemas de sus dedos, llenó la botella de agua, colocó el papel albal como tapón y lo prendió fuego. Por un sencillo proceso físico de presión, destaponó uno de los agujeros próximos a la base para que saliera el agua del interior de la botella, haciéndose el vacío en su interior y absorviendo el humo que se desprendía del tapón de lo que fueses que tuviera dentro el papel albal. En ése momento entraron Javi y Tiago (el exfollamigo portugués de Belén). Tras aquella parafernalia el turco me dijo que probara del humo y yo, por probar pues absorví un poco, total en Riga ya probamos una sisha de plátano, aunque esta vez el humo picaba más al pasar por la garganta y eso que la primera vez no cogí nada, para intentar calmar la mirada del turco que decía «¿ya está?» respiré una segunda vez de la botella, esta vez cogiendo más humo y finjí un profundo ataque de tos que me sirviera de refuerzo a la hora de decir «creo que ya está, no voy a tomar más». (Vale, es más que probable que el ataque de tos no lo finjiera, pero si es verdad que le eché todo el cuento que pude para disimular). Y allí se fue juntando un buen mogollón de peña, incluyendo a una italiana muy guapa que tiene el labio inferior de su boca tan gordo que para si lo quisiera la Jolie llamada Isadora. Intenté escuchar todas las conversaciones sin llegar a participar, prestando más atención a la cara de la italiana que a lo que se estaba diciendo. Yo creo que la italiana se dio cuenta de mi existencia una noche en que me dejé llevar por los efectos del alcohol y por aburrimiento me quedé embobado mirándo como bailaba subida a un sofá del Fillosofikna, esforzándome por que se fijara en mi, aunque fuese sólo para hablar con ella. Por supuesto que desde entonces no me había vuelto a ver, pero me dio la sensación de que me miraba más que de costumbre (aunque lo más probable es que fueran paranoias mías, no ocasionadas por el humo de la botella, sino de las que me monto yo solo. Seamos sinceros, con solo dos caladas uno no llega a ninguna parte aunque sea la primera vez que lo pruebe). En fin, que me lio con la belleza italiana y pierdo el hilo, no recuerdo a qué hora, pero seguro que antes de la medianoche, vino uno de los vecinos a protestar y tuvimos que salir del piso. La gente quería ir a Underground, próximo al piso de MartArancha, asi que nos pusimos en marcha, pero cuando llegamos resultó que había entrada restringida y no nos dejaron pasar. Nos pasó lo que pasa a veces en ela discoteca de que ati no te dejan pasar pero a otros que viene detrás si. Tras un buen rato empezaron a dejar pasar polacos adentro y tuvimos que meternos en el McDonalds de al lado para guarecernos del frío. Yo aproveché y me comí una hamburguesa. Tras llevar lo menos una media hora dentro, habiendo probado los italianos el pasar de uno en uno o emparejado con otras al interior de Underground, desistieron. Javi estaba tan cansado como yo lo estaba y le sujerí que nos fuéramos cada uno a nuestras casa porque la noche ya estaba perdida. Saliendo por la puerta del McDonalds, Isadora no llamó para que nos quedásemos ya que habían pensado en ir a otro sitio llamado Lemon. Asi que nos movimos todos hacia allí y entramos. No había un gran ambiente, y excepto tres o cuatro polacas tampoco es que hubiese más chicas guapas bailando solas. En pocos minutos, el grupo de los que acabábamos de llegar y que se mantenía en los bordes de la sala de baile empezaba a adentrarse hacia adentro, con lo que me podía acercar a las polacas danzarinas. Y entonces llegaron los chicos de Radomska, que hicieron otro grupo más en el interior de la pista de baile, alos que me sumé para tener una mayor perspectiva del panorama. Recuerdo hacer un intento por marcharme de alli antes de que la cosa se animara, pero fue justo cuando pasaba por entre medias del círculo que los italianos me hicieron que Isadora me llamó y me puso caras para que no me marchara. Con toda seguridad ella simplemente estaba siendo condescendiente conmigo, como ya he dicho, dudo que conociera de mi existencia como ser humano más allá de la noche en que me quedé embobado mirándola. Un nuevo Erasmus llegado a Radomska desde tierras germanas con los chicos de Radomska vio que pensaba marcharme y al ver que no me fui al final me pidió que le avisara cuando me fuese, tras hacer este primer intento por dar la noche por cerrada. La noche se pasaba. Dos polacas no hacían más que pasar de vez en cuando por el borde de nuestro círculo, la una arrastrando a la otra, pero sin dar muestras de interesarse por ninguno de nosotros. Luego otras dos polacas, más mayores y mucho más atractivas, irrumpieron dentro del círculo y empezaron a contorsionarse entre ellas para llamr nuestra atención, pero sin reaccionar a los comedidos intentos que hacían los de Radomska porque se fijaran en ellos. En esos momentos me di cuenta de que casi todos eran unos fantasmas que no parecían haberse comido más roscos que los que yo me había comido (bueno, tal vez solo uno o dos más) y que no me serían utiles a la hora de ligar con alguna. Pero aun así me estaba divirtiendo, en un arrebato de confianza me acerqué a Jacobo y le dije que me ayudara a separar a las que pasaban cerca nuestra, las dos primera polacas que he mencionado, la una que arrastraba a la otra. Jacobo me miró partiéndose de risa. Poneos en su situación, no era algo normal que alguien como yo un aficionado, un «yogurín» que llevaba en lo de ligar tanto desde que regresé en navidades, intentara explicarle a alguien como el, un gran seductor con un largo historial de polacas a sus espaldas (vale, esto ultimo tal vez no sea cierto, pero os esguro que esa es la sensación que a mi me daba), algunas estrategias para atraer a las chicas. Y de hecho su incredulidad me puso en evidencia cuando nada más pedirle su participación le faltó tiempo para decírselo a los demás, que aunque no le dieron mucha importancia, bastó para hacerme sentir mal. Se supone que debíamos cortarlas el paso y separarlas, pero para ello antes debía terminarse la cerveza. Jacobo me preguntó por que y le tuve que explicar la conclusión a la que he llegado tras pasar muuucho tiempo rodeado de chicas, siendo amigo suyo y sin llegar a ningun lado: en la escala femenina de valores, da exactamente igual lo macizo que está un tío, si le entra para bailar con ella llevando una cerveza o cualquier tipo de líquido susceptible de ser derramado, no le prestará atención, pues por encima de bailar con un tipo atractivo está la ropa que ella lleva puesta. No bailarán contigo a menos que alejes de ellas lo que sea que pueda mancharlas. Pero bueno, tanta litaratura fue en balde, porque Jacobo no dejó de tener sus manos libres de vasos de cerveza en toda la noche y al llegar las tres de la madrugada me fui del bar junto con el alemán de antes. Le indiqué donde coger su autobús nocturno para regresar al dormitorio y el tiempo que le quedaba y salió corriendo. Luego yo me fui a la parada de mi autobus y regresé a casa, que a las seis y media de la mañana venía la nueva inquilina del piso.
El lunes a las seis y media, se plantó Kasia con su Lituana, Agne. La marquesa no debía estar al tanto, porque tardó en salir de la cama para recibir a la recien llegada. Nada más ver a la marquesa, Kasia salió escopetada, nada extraño habida cuenta de las acaloradas discusiones que estuvieron teniendo a lo largo de la semna sobre la llegada de nuevos inquilinos antes de marzo. Como creo haber mencionado, la marquesa se había traido a su novio y, sin duda, buscaba algo de privacidad en piso para poder pasar tiempo con él o cepillárselo, a pesar de que mis continuas salidas la interrumpiera. Bueno, vayan ustedes a saber por qué, entre unas cosas y otras el tema de recibir a nuevos inquilionos antes de final de mes no entusiasmaba a la marquesa. El caso es que como pude le indiqué a Agne donde dejar sus cosas, donde estaba el baño y la cocina y me retiré a seguir durmiendo mientras la marquesa la dijera yo que sé. A una hora más razonable de la mañana, me levanté, me duché, desyuné y le dije a Agne que saldría hacia la universidad, y que la enseñaría el camino como se lo dije. Tenía que acercarme ala universidad entre otras cosas, para solventar mi certificado de estancia y el transcript of records que deberán enviar a mi facultad en España y por otro lado, Agne tenía que tramitartodo el pepeleo propio de los recien llegados. Cual fue nuestra sorpresa al descubrir que la Oficina de Relaciones Internacionales de la universidad estaba ocupada en esos momentos con le acto de bienvenida para los nuevos Erasmus y no podrían atendernos hasta despué de la ceremonia. Asi que omo pude aguanté el tipoo y armado de paciencia me tragué de nuevo la reunión de bienvenida. Esta vez el rector de nosequé facultad fue aplaudido por los estudiantes franceses cuando repitió el mimso truco de cambiar su discurso en inglés a francés, justo al final. Después de aquellas dos horas, la coordinadora me atendió y me dio todo los papeles, con Agne hizo lo mismo y, en vista de que se quería quedar a la excursion por los alrededores de la universidad, yo me fui a la embajada a cancelar mi permiso de no residente y a correos a enviar las postales de Vilna y Riga que todavía no habrán llegado a sus correspondientes destinatarios. Eso me llevó tres horas. Como Agne no tenia llaves del piso porque la marquesa no se las habia dado, yo tenia que estar al tanto de estar en casa cuando ella llegara para abrirle las puertas. Tras enviar las postales me acerqué a la universidad y no habia rastro de Agne, por lo que fui a casa pasando por Centralny para comprarle unos bombones a NAtalia. Por la tarde, a punto de salir hacia Radomska, de camino a la parada del tranvía, Agne me llamó para ver donde estaba, le dije que quería salir pero que la esparaía en casa. Tardó una hora en llegar porque de camino se había entretenido en un banco a cambiar sus litas por zlotis. Acelerado fui a Radomska a pasarle las fotos de Riga y Vilna a Isa y me tiré alli un buen rato. Natalia estaba dormida y nada más llegar le pedi a Isa un boli y papel para hacer una espcie de felicitación para acompañar a los bombones, y lo dejé todo encima de la silla que tenía Natalia a la cabecera de su cama. Tras pasar las fotos y ver algunos álbumes con las chicas, ya a punto de regresar a casa para que el casero me devolviera el depósito, Natalia se despertó y encontró la nota. Avergonzado, me disculpé por no poderla ofrecer algo más solido que un sencillo mensaje de agradecimiento escrito a boli en un folio (y es que, después de lo que me dio ella a nuestra despedida en el aeropuerto, me siento como un inutil). También hablé con Kasia sobre una posible visita para ver el piso de un francés que dormiría en mi cuarto (ella decía que tenía miedo de que la marquesa se engadara de nuevo si se lo pedñia a ella y por eso recurría a mi), convencido de que la sola idea de traer a alguien destrangis al piso sacaría a la aristocracia de sus casillas, acepté y la dije que se pasara a la hora de comer para después ir a comer a algun lado. Antes de marcharme confirmé de nuevo la quedada para cenar en el checo y regresé corriendo para ver al casero que vino a entregarme el dinero del depósito antes de irme. No llegué a contarlo todo cuando me lo dio y en vez de setecientos cincuenta zlotis resultó que solo me devolvió setecientos el muy hijoputa, pero para cuando me di cuenta de ello ya no pude hacer nada y total, los cincuenta zlotis eran casi menos de veinte euros. Asi que me arreglé lo que pude y, por el facebook, me dijeron que tardarían en llegar al restaurante porque se estaban arreglando y que les cogiera sitio. A partir de ahi ya fui sin prisas. A eso de las nueve la lituana Agne me dijo que se iba a la fiesta de bienvenida de los erasmus que anunciaron en la reunión de por la mañana y me tuve que esperar como cinco o diez minutos después a salir yo para evitar encontrármela en la parada. De camino al tranvía me acordé de que tenía que llevarle una cazadora a uno de los portugueses amigo de Ana y André que se la había dejado en el piso la última vez que fue a allí, asi que me di media vuelta, lo que me retrasó lo suficiente como para llegar al restaurante después de las chicas de Radomska y para cuando entré ellas ya estaban esperando para que ls dieran una mesa en lugar de ser yo quien la hubiese reservado, como me correspondía. El caso es que una vez nos sentamos en el restaurante y me fui a ver si encontraba al dueño de la cazadora, que me estaba esperando en alguna mesa con más gente, me encontré con que todo el mundo estaba allí: Javi y su compañero de piso Fran quien salia menos veces que yo, sentados con el dueño de la cazadora Franck y Tiago, de portugal ambos, Carlo y Josema con dos nuevos llegados aquella misma mañana, las italianas y los italianos de la noche anterior junto con MartArancha… y también estaban Silvia y Bárbara a quienes no veía desde antes de irme de viaje. Aprovechando que llevaba la ropa que compré con ella como asesora de imagen, le pdía a Bárbara su opinión del conjunto y dijo que no me quedaban nada mal, solo que la próxima vez tuviera cuidado de no mezclar las rayas de mi camiseta con los cuadrados de la sudadera. Después de aquella escursión saludando de mesa en mesa, regresé a donde estaba Natalia y las chicas y, asi se lo dije a ellas igualmente, comencé a darme cuenta de la cantidad de gente que conoci en Varsovia y loq ue les iba a echar de menos. No era un simple «hasta luego» completamente circunstancial y temporalmente breve, sino que para la mayoría de ellos iba a ser un «adios» triste y definitivo. Esto último no lo dije para no aguar la noche, pero en mi cabeza empezaban ya a rondar semejantes ideas y la melodía de Somewhere over the rainbow cantada por Judy Garland en la pelóicula de El Mago de Oz empezó a rondarme la cabeza y alli siguió hasta que me levanté el viernes por la mañana ya en Madrid y hubo desaparecido. Comimos el bistec de ternera empanado y nos hicimos unas cuantas fotos, en las que Natalia nunca conseguía salir decentemente a su parecer y, durante la sobremesa, Inma propuso el tema del reparto de alumnos en los dormitorios, siguiendo la linea de pensamiento que dejamos inconclusa el sábado por la noche. Natalia se defendia entre risas acerca de las descabelladas ideas que le decíamos acerca de que ella podría ser quien decidiera las habitaciones de los Erasmus entrantes y aseguraba que el hecho de que la compañera de habitación de Isa fuera truca no tenía nada que ver con su interés particular hacia un par de meses por conocer a alguien de Turquía. Sea como fuere, aquella fue una de mis mejores cenas en el checo, siendo superada por la recta final en la que Isa y yo tuvimos un ten con ten por ver quien era el primero en finalizar su filete y ganando ella por un par de segundos de ventaja. Tras la cena, nos pusimos en marcha para irnos al club 70’s donde la barra libre de cerveza llevaba abiert apenas media hora. Fuimos a la parada de tranvía y el que llevaba a Natalia a Radomska pasó primero, asi que nos despedimos de ella. Luego cojimos el 19 y llegamos hasta la discoteca. Aquello se llenó poco a poco de Erasmus, y aunque ya era la tercera vez que iba a allí, seguñia sin haber rastro de la encantadora Zofia, la muchacha rubia que se parecía a Sarah Chalke y que me consideró lo suficientemente gracioso como para darme un beso. Encontré, no obstante, al turco de la maría en mi camino hacia el cuarto de baño que me invitó a una raya de coca que rechacé tan educadamente como pude, siguiendo la tradición de sus antepasados comerciantes, su estrategia comercial consiste sin duda en «pruebe primero, cómpreme la mercancía después». Allí me despedí de todos cuantos me encontré, aunque era consiente de que les vería en otras fiestas antes de subirme al avión, pero por aprovechar que no quedara. Me despedí de Bárbara y Silvia, que salían al día siguiente en un viaje hacia Kiev que se llevaba planeando desde Navidades, al que muchos se habían apuntado y, del mismo modo, habían desistido en hacer por considerarlo demasiado caro. En el club también estaba Aurelio, segun me comentó Bárbara, a quien no veis desde mediados de enero, cuando regresó a España para terminar sus exámenes. Estuve un buen rato hablando con él y poniéndonos al dñia, y le dije que pensaba acercarme al casco antiguo al dia siguiente y que luego podría ir a su casa. Ahora mismo no consigo acordarme de con quién me fui del club 70’s, supongo que serían las chicas de Radomska, no lo sé, y tampoco tengo claro si me fui solo hasta la estación de autobuses, pero que quede claro que no es que no me acuerde por ir bebido, todo lo contrario, aquella noche pasé muucha sed, no lo recuerdo porque se supone que debería llevar el informe actualizado dia a dia y en lugar de eso tengo que hacer memoria ahora que ya estoy en Madrid. Me habría gustado poder ir a despedirlas, pero entre que no me quedó muy clara la hora a la que salian y la llegada del francés al piso, acabé con el tiempo justo.
Mis planes para el martes por la mañana se vieron cancelados por una bien merecidas horas de descanso. Pensaba hacer algo de turismo antes de recibir al francés, pero el cansancio me obligó a quedarme en la cama. Una hora nates de las dos, cuando llegaría Michel el francés que dormirá en mi habitación, me levanté y me adecenté un poco. Por el messnger me encontré a Toñi, que estaba en casa de Aurelio y pensaba quedarse por alli un buen rto, le dije que yo comería fuera, pero que podría ir a cenar con ellos, que llevaría una pizza. Michl llegó, desfortunadamente para entonces, ya no estaba la amrquesa en el piso y tampoco pude molestarla, eso si, le enseñé las peculiaridades de la casa y, a los poco minutos, salimos a la calle, yo preocupado por los minutos antes de que saliera el tren a Kiev. Quería despedirme de Bárbara en el andén, pero no hubo tiempo y, a pesar de todo, no llegué a tiempo. Una vez que estábamos en Centrum y desistí de llegar a Centralny porque el tren ya no estaría con toda seguridad, le pedi a Michel que me sacara una foto al lado del Palacio de Cultura (la torre Sekirei) y es que, tras cinco meses estando en Varsovia resulta que no tengo ninguna foto de ningun edificio emblemático de la ciudad, algo que pueda enseñar a la gente como prueba de que he estado en Varsovia. Tras la foto, sugerí que fuéramos a comer a un Kentucky Fried Chicken, pero por el camino pasamos delante de un Pizza-Hut que le llamó más la atención y, a pesar de que era más caro dije que no había problemas. Y asi e omo estuvimos hablando, casi todo el rato de cosas irrelevante o que no me interesaban. Entendedme, me iba a ir en dos días, no tenía especial interés en trabar amistad con él. Después de la comida, me despedía de él indicándole cómo llegar hasta Centralny y yo me fui a hacer turismo, o sea, a echar unas cuantas fotos para llevarme de recuerdo. Por el camino, pasé por el Sezam y compré una pizza congelada para llevársela a Aurelio, que su casa pillaba de camino al casco antiguo. Al llegar a casa de Aurelio me enocntré de nuevo con Bea, Maire y Lola, a quienes vi la noche anterior en el club 70’s, pero con quien apenas pude hablar. Tras comentarles mis planes de hacer turismo fugaz por la tarde, les dije que me pasaría por su casa para cenar con ellos y ponernos al día (la tñipica frase que se dice cuando no se te ocurre que decir para pasar más rato con la gente). Recuerdo que hasta Aurelio se emocionó cuando le dije que no había visto Cracovia y quedamos en irnos de viaje hasta allí por la noche y regresar a la tarde del sia siguiente, que como era un pueblo pequeño se veia enseguida. Aquella tarde visité todo lo que conocía que podría ser de gran importancia y, ya llegado al casco antiguo, mi cámara de fotos se quedó sin pilas y tuve que regresar. Pasé por Centralny y pedi el horario de trenes a Cracovia para los próximos dos días y tener algo con lo que empezar a hacer planes con Aurelio durante la cena. De camino a casa, compré una coca-cola y pilas para la cámara, para que estuviese plenamente operativa para el viaje a Cracovia. En el piso, me puse ropa de salir y meti en una bolsa la coca-cola, unas patatas fritas sin abrir que tenia en la despensa y un par de chorizos que me traje en Navidades y no tuve ocasión de gastarlos con la intención de dejarlos en casa de Aurelio. Mi política en esos momentos era: «si no puedo llevarlo de vuelta a Madrid que lo tenga alguien que lo sepa aprovechar en vez de la marquesa». Asi que tan contentos que se pusieron todos cuando aparecí por la puerta con semejante botín. El plan era cenar algo ligero e ir a Enklava, donde las chicas de Radomska (Ana, Isa, Inma y, vale ella no es de alli pero como si lo fuera, MarFeli) pensaban ir después de salir de la ópera aquella tarde, que habían ido a ver la Traviatta. Asi que hicimos cuentas para ver cuántos éramos, cuánta comida teníamos, hicimos las compras, vino el alemán que está ayudando a Aurelio a mejorar su inglés, cenamos todos juntos, bebieron todos juntos e intentaron emborrachar al pobre alemán. Hubo un momento en que la situación se le salió de las manos a Aurelio y acabó explotándole en la cara, me explico, quiso hacer una broma sobre el holocausto y se hizo un brazalete de papel con una estrella de David dibujada en la manga, ni que decir tiene que esto no le sentó nada bien al pobre alemán y por un momento me temí que Aurelio iba a tener que buscarse otro con quien mejorar su inglés. Afortunadamente, tras tranquilizar al alemán y explicarle a Aurelio las connotaciones que tenía lo que acaba de hacer los dos se tranquilizaron y, con un poco más de alcohol, conseguimos dejar el asunto apartado, hasta tal punto de que Bea nos terminó grabando con su cámara de video en un karaoke improvisado que Maire y Aurelio hicieron con un tema de Andy y Lucas. Tras todo eso ya nos habíamos hecho a la idea de que para hacer el viaje fugaz a Cracovia nos faltaba tiempo material, por lo que decidimos centrarnos en lo que estábamos. Después de semejante noche, ya era muy tarde cuando decidimos ir a la calle, excepto Toñi, que se quedó en el piso, importante dato para lo que viene después. A ninguno nos apetecía ir andando hasta Enklava, a pesar que de que está relativamente cerca pero en cuesta arriba, asi que nos cogimos un taxi. Me senti mal por dejar al pobre Aurelio cargando con el alemán cuando Lola, Bea y Maire pararon un taxi y me metí con ellos. Aurelio llegó luego sin problemas al bar, pero a su amigo alemán no le permitieron el paso y tuvo que retirarse. El caso es que dentro de Enklava ya nos estaban esperando MariFeli (esta muchcha se apunta aun batallón) e Isa (que ultimamente está imparable), que habían ido a allí después de la ópera y, tras dejar a Inma en la residencia porque la pobre no se sentia con ganas de salir aunque luego nos repitió, despues de que pasara lo que pasó que estuvo a punto de hacerlo pero las horas a las que sucedió la echaron atrás, se encontraron con Esther y una amiga suya que había venido a visitarla en el interior. Tras un buen rato donde lo mejor que hice era contemplar el espléndido panorama de polacas que se había ido a concentrar aquella noche en la discoteca mientras sostenía en mi mano un vaso de mojito que ya era prácticamente agua (si, no me parecía correcto iniciarme en la bebida y no probar semejante cóctel) Isa, no quiero menospreciarla pero era obvio que no tenía otro sitio a donde mirar habida cuenta de su estatura, detectó en el palco a un polaco conocido, pero como no estaba segura pidió consejo a MariFeli: «Oye, ¿no crees que ese tio de ahi arrriba se parece a…?» «Uy pues si, si que se parece pero no estoy segura, vamos a preguntarle a Bea». Bea acudió inmediatamente a la llamada y MariFeli le reformuló la pregunta: «Mira a ése tio de ahi arriba, ¿no crees que se parece a….?» (enfatizo porque ellas en ningun momento dijeron el nombre del personaje) «Si, si. Que coño, se le parece ¡es él! ¡Es Darek!» Y ahi fue cuando su nombre se pronunció por primera vez en la noche. A partir de ahi fue una locura, de los que érmos se le acercó primero Lola, que ya iba fina y, una vez captó su atención, los demás nos acercamos a hacernos fotos con él. Después de agasajarle salió corriendo, nosotros pensando que le habíamos asustado, pero luego nos dijo que había idoa dejar su chaqueta y a decirle a su chófer que se marchara porque iba a estarse más tiempo del previsto en el local este. Y aunque yo procuraba no acercarme a él, no por miedo, respeto o admiración como Lola (aunque lo suyo tenía más que ver con una irrefrenable atracción libidinosa) Maire y Aurelio no se despegaron de él en toda la noche. De vez en cuando Darek se arrancaba a bailar, rondando a Bea, del mismo modo que me muevo yo cuando me aburro y pienso que nadie me está mirando. Lola retrocedía cada vez que esto pasaba y yo la decía que se quedara firme, que mantuviera la posición por aquello de pasar el rato. Pocos minutos después, las chicas de Radomska y la amiga de Esther se retiraron. Una pena, porque en ése momento Darek decidió invitarnos y, aunque cuando me preguntó le dije que no quería probar nada esa noche, me miró como diciendo que no le dejara en mal lugar y le pedí que me ecargara otro mojito, muy bueno, por cierto. Mientras la camarera se ponia al lio de picar el hielo y machacar la menta (¿habeis visto? Solo he tomado dos y ya me sé la receta) le pregunté que él que estudió y me respondió que Educación Física, que la carrera le salio prácticamente gratis por sus buenas marcas deportivas y poco más, cuando me sirvieron el vaso dejé de prestarle atención. Cada dos por tres, darek encargaba chupitos de vodka para los seis que éramos, contándole a él. Yo me tomé por lo menos dos y asi seguimos hasta que llegó la hora de cerrar el bar y salimos a la calle, donde nos despedimos de él. Maire y Bea se fueron en un taxi deprisa y corriendo orque Bea no se sentía bien. Y cuando Aurelio, Lola y yo llegamos al portal en otro taxi, Lola devolvió todas las copas de la noche en el portal mientras yo le sujetaba la cabeza e intentaba cubrir el vómito con nieve para que los vapores no me mareasen, y la llevé a través del patio nevado literalmente a rastras hasta el ascensor porque ni ella se tenía en pie ni yo era lo suficientemente fuerte como para llevarla en brazos. Aurelio iba a su puta bola unos metros por delante. Arriba en el piso, la situación no estaba mejor, Maire y Toñi intentaban que Bea no se desmayara presa de un coma etílico. Y lola se agenció la segunda taza del váter. Todo aquello está muy confuso en mi memoria debido a la cantidad de cosas que pasaron en tan poco tiempo, pero si recuerdo no dejar de reirme entodo el rato. Viéndolo a través de mis ojos era un concurso por ver quién era el que mástardaba en echar la papilla. De momento la perdedora era Bea por devolver dos veces antes que nadie, en segundo lugar estuvo Lola tras verter todo el contenido de su estómago en el portal y luego en el segundo cuarto de baño, que permaneció libre por poco tiempo porque Aurelio pasó después quedando en cuarto lugar mientras Maire aporreaba la puerta pidiendo su turno. Pero a Maire se le pasó pronto el revuelto de estómago cuando vio que Bea apenas conseguia reaccionar a lo que pasaba a su alrededor y decidio, junto con Toñi, pegarle una ducha fría. Asi que junto con Lola se encerraron en el cuerto de baño y les quitaron la ropa. No quiero ni pensar en el mal rato que debió pasar la pobre Toñi, durmiendo tranquilamente hasta nuestra llegada y envuelta, con todo el lio, en una ducha helada que sacase a Bea del shock en el que estaba a punto de caer y manteniendo entretenida a Lola, que debió meterse también en la bañera, contando unicamente con la ayuda de Maire, que tampoco estaba en su mejor estado. Entretanto, yo intentaba tranquilizar a Aurelio para que se tumbara y durmiera y aguardé a la puerta del baño esperando que Toñi o Maire necesitasen ayuda con la sola compañía de los gritos de Bea cada vez que le daba el agua fria resonando a través de la puerta. A los diez minutos, Bea salio por la puerta sostenida por Toñi mientras Lola gritaba que no entrase nadie porque se encontraba en bragas. Esforzándome, guié a Bea hasta la cama y la tumbé, arropándola con la funda nórdica mientras no dajaba de temblar. No estaba la cosa como para andar cambiándola al pijama y tal, asi que la acosté on el albornoz puesto. Le acerqué el cubo porque seguia sintiendo la necesidad de devolver, aunque no echó nada. Intenté aprovechar que estaba boca abajo para retirarla el pelo y secárselo antes de que cayera dormida. En poco rato, después de ayudar a Toñi con Lola, llegó Maire, se tumbó con cuidado al lado de Bea, que ya estaba prácticamente dormida y me dijo que, como se sentia muy mal, que cuidase yo de Bea, que la quería muchisimo y que no podía encargarse más de ella. A los pocos segundos de tumbarse, Maire salio corriendo al cuarto de baño a vomitar, lo que le convirtió en el ganador de la noche al ser el último en devolver todas las copas que Darek le pagó. Es totalmente comprensible que tardara tanto en echar la pota si consideramos que, tras salir de Enklava, la emoción de ver a Darek se había difuminado dejando al cuerpo lo bastante tranquilo como para notar la cantidad nociva de alcohol en su interior y darle pie a expulsarlo. Maire estaba tan mal como los demás, ya mencioné que se aporreo la puerta del baño cuando Aurelio estba dentro, pero cuando vio a Bea en ése estado, se le pasó todo y, hasta que la situación con Bea no se hubo calmado, su cuerpo no encontró el momento para hacerle devolver.
A la mañana siguiente, ya casi a la hora de comer, la casa volvió a ponerse en marcha y, a medida que nos despertábamos y comenzaban a recordar la noche con Darek asi como los momentos posteriores, donde Lola no podía dejar de devolver, Maire no se tenía en pie, Bea yacía en el suelo con problemas respiratorios y Aurelio no se estaba quieto. Fue una mañana tranquila: mientras limpiábamos la casa Lola y yo, Bea intentaba recomponerse y Aurelio hacía la compra. Menudos espaguetis que nos comimos. Después de aquello, Lola me acompañó a comprarme una maletilla con ruedines en la que pudiera meter parte de mi equipaje. Un días antes había preparado todas las maletas y me di cuenta de que, al meter la funda nórdica y un abrigo en la bolsa de deprotes que me compré para llevar la ropa sucia en la época en que hacía la colada en Radomska y que pensaba llevarlo como equipaje de más donde meter lo que me comprara, aunque todo entraba dentro, la funda nórdica me hacía temer sobre la resistencia de las cremalleras de la bolsa y, ante la duda de que no llegase a aguantar todo el vuelo y se abriera en mitad de la bodega del avión desparramando todo su contenido, opté por comprar una tercera maleta. Como era una maleta de l estilo de las que llevan las azafatas podría pasarla como equipaje de mano y, al no haber control de peso sobre eso, lo llené de toda la ropa y cosas pesadas y dejé la maleta para el resto de la ropa y la bolsa de deporte para la funda nórdica, la almohada de plumas y mi chaqueta. Luego acabé pagando sobrepeso, pero bueno, no me iba a poner a rehacerlo todo en el aeropuerto a una hora de que saliera el avión. Después de aquello regresé a casa, me duché y metí lo poco que quedaba en mi despensa y en mi frigorífico en una bolsa para llevárselo a las chicas de Radomska. A decir verdad, me comi un bote de lentejas de esas precocinadas que me traje de España en enero como cena, pero luego aproveché y comi algo de fritanga con las chicas de Radomska, mientras Inma me contaba una y otra vez lo poquito que le había faltado para decidirse la noche anterior para ir a Enklava y haber tenido la oportunidad de ver a Darek. Antes de salir de su piso le dije a Aurelio que me acercaría sobre la cena para después ir a la fiesta Erasmus todos juntos, pero cuando Aurelio vio que se acercaba la hora de la cena y yo no estaba en su casa decidió llamarme y, al decirle que estaba con las de Radomska me dijo que me fuera con ellas, que tal y como tenian todos los cuerpos en su casa aquella noche ninguno de ellos pensaba salir. En cualquier caso le dije que me recojería temprano, por aquello de que a la mañana siguiente salia mi vuelo, y me acercaría por alli una vez más al menos para decir adios. Después de aquello, las chicas intentaron convencer a Natalia de que saliera de fiesta conmigo una última vez, pero se encontraba ocupada, preparándome una sorpresa par el día siguiente, ya me imaginaba que sería algo similar a mi cutre-tarjeta a boli que le di con los bombones aunque lo suyo, la verdad, tuvo mucho más mérito. También aproveché antes de bajarme al segundo piso, donde los Erasmus nuevos y los veteranos se encontraban bebiendo, calentando motores antes de salir a la discoteca, y le entregué a Natalia un bordado que mi abuela me metió en la maleta en septiembre para dárselo y que había estado guardado en un cajón hasta que, empaquetando las cosas, volví a verlo. Sentado en el rellano del segundo piso, mientras la gente se ponía a tono, me mentalicé de que aquella iba a ser la última noche que pasaría en Varsovia (llamadme sentimental, pero estas son el tipo de cosas que uno guarda en su memoria), y cuando le comenté a Inma como veia el panorama, se le escaparon algunas lagrimillas asi que cambié de tema tan habilmente como pude para evitarle cualquier suplicio a nadie. Finalmente llegó el momento en que nos pusimos en marcha y todos cojimos un autobús nocturno hacia Centralny. A decir verdad Centralny estaba un poco bastante a tomar por culo de la discoteca Zoo, donde se celebraba el evento y, como nadie sabía qué nocturno dejaba cerca de la puerta echaron a caminar sin esperar a que les hiciera ninguna sujerencia. Pasando por un lateral del Palacio de Cultura (de nuevo os repito, la torre de las sekirei) vi un llano con nieve, le di a Inma mi foto y le dije que me sacara una, mientras me dejaba caer y me ponía a hacer el angel en el suelo, cumpliendo mi primera ilusión con nieve. Desafortunadamente Inma no estuvo muy rápida y no conservo fotos de cuando me tiré al suelo, pero como es algo que todo el mundo deseaba en el fondo de su corazón, en cuanto me puse de pie y me sacudí la nieve que se me colaba por el pantalón en dirección al culo y recuperé la cámara, Inma, Grau y otro más me copiaron y se tiraron ellos también. De eso si que saqué fotos. Cuando llegamos a Zoo la lituana se recogía ya para casa, normal, pues eran casi la una y ella levaba desde las nueve y media de fiesta. Encontré a Michel, el francés que dormiría en mi cuarto. La italiana Isadora también estaba por alli. El alemán al que indiqué cómo llegar a Centralny el domingo también. Igor me reveló que él también era fan de alguna serie anime y aficionado a las series en general como despedida. Una pena, ya me dio la sensación desde el primer día en el curso de polaco de que si conseguía confraternizar con él lo suficiente habría conseguido entrar en el grupo de Radomska por el lado de los chicos, aunque en estos momentos no lamento para nada haberlo hecho gracias a Natalia y el grupo de chicas, es más, casi que lo prefiero de este segundo modo. Pasé unos muy buenos momentos alli, bailando con Isa, MariFeli e Inma por ultima vez. Javi me invitó a cuatro chupitos de kami-kaze, que es un coctail muy sueve y muy dulce, por si no lo he explicado antes. Más tarde Jacobo hizo lo mismo, con lo que me tomé ocho. Y a eso de las dos de la madrugada me despedí y salí a la calle en dirección al piso de Aurelio. Una vez más, caminando por la calle nevada la melodía de Somewhere over the rainbow acudió a mi cabeza y se mantuvo hasta que llegué al portal de su casa, entré el código para pasar, atravesé el patio, subí en el ascensor y abri la puerta del piso, que para mi sorpresa no estaba cerrada con llave. Me imagino lo que debio ser viéndolo desde el punto de vista de Aurelio. Estar sentado en la cama viendo el ultimo capítulo de Los hombres de Paco en el pórtatil cuando alguien llama a la puerta de tu abitación y le dices que pase pensando que es o Bea o Maire que se han levantado de la habitación de al lado, y encontrarme a mi en su lugar, todavía con la chaqueta puesta diciendo «He venido solo para despedirme por ultima vez. Adios.»A decir verdad estuvimos un buen rato charlando, mientras bebía agua para prevenir una posible resaca que me diera a la mañana siguiente. Pasé un buen rato, hablando en la cocina para no despertar a Maire o a Bea. Y a la media hora, a tiempo para coger el bus nocturno, me despedí definitivamente y bajé a la calle antes de que se me escapara el autobús, hice transbordo en Centralny y cogí el que me llevó a casa.Como me etaba meando dese que salí del piso de Aurelio, ya en la urbanización no me pude aguantar y me fui por la parte de atrás de los edificios para ponerme a mear. Con buen pulso y sabiendo que no se me acabaría la «tinta» cumplí mi segunda ilusión con nieve de escribir mi nombre con el chorro de pis. Al terminar le eché una foto a mi obra de arte y después me subi a casa a dormir.
El jueves muy temprano me levanté y saqué mis cosas al recibidor. Me preparé un huevo frito y unas salchichas y me puse a desayunar. Natalia me envió un mensaje diciendo que tardaría asi que no la esperase para el desayuno. Seguramente se entretuvo al comprarnos unos dulces, y es que resulta que ése jueves era lo que alli se conoce como «el día de la grasa» y es tradicional regalar donuts. Me trajo tres a mi en una bolsa y otros tres para la marquesa, que se los dejó encima de la mesa de la cocina con una nota. Luego de eso, mientras me lavaba los dientes llamó a un taxi y bajamos a la calle. El taxi estuvo todo el rato dando vueltas intentando evitar los atasco de tráfico a través de párkings y callejuelas. Finalmente llegamos al aeropuerto y nos acercamos al mostrador de la compañía. Como ya preveía, tenía sobrepeso (y eso que no facturé la maletilla de azafato, como la llamo) y me excedía los seis kilos de la funda nórdica, la almohada y el abrigo, asi que tuve que pagar cerca de cincuenta euros para poder facturarlo. Mientras hacíamos tiempo hasta la hora de embarque nos pusimos a hablar, sentados en un banco: que si había cambiado mucho, que si he conocido a mucha gente, que qué dificiles son las chicas, que si siempre dejan caer en las conversaciones que tienen novio… menos Natalia. Ella nunca dijo nada. Gracias a mi capacidad para desviar el tema acabé llevando la conversación hacia donde quería. Es un hecho que he comprobado incontable cantidad de veces, desde que estaba en el instituto, en el momento en el que un tio se acerca a una tia y se pone a hablar, la tia dejará caer en la conversación de una forma más o menos directa o indirecta si ya está saliendo con alguien o tiene novio. Esto es algo que pasa con todas. Menos con Natalia. Cuando le revelé la información, llegamos a la conclusión de que debía ser una cuestión cultural, ya que la gente polaca no tiene a buenas hablar de su vida personal, mientras que en España sucede de forma normal, ellos tieneden a ser más reservados. No obstante y eso se me ocurrió tras despedirme de ella, las Erasmus francesas, italianas o alemanas también indicaban si había algun chico esperándolas en sus ciudades de partida… Solo puedo alabar la habilidad de Natalia de guiarme hasta una conclusión falsa pero suficientemente plausible y confortable como para mantenerme callado y luego ser capaz de desviar segundos después la conversación para no hacerme volver sobre el tema. Antes de marchar hacia la puerta de embarque, Natlia me dió un paquete plano y cuadrado. No me quedaba ninguna duda de qué sería: un cómic. Pero me dijo que no lo abriera hasta estar en el avión. Cuando pasé a la cola y empecé a dejar mis cosas en las bandejas del detector de metales nos despedimos y se dirigió a la entrada. Se dio la vuelta sólo una vez. En la sala de espera, aburrido y sin nada que hacer, abrí el regalo. Efectivamente era un comic. Polaco. Nunca lo había visto en la Fnac asi que debía ser relativamente reciente, tendré que mirarlo en internet. Pero lo más importante no era el comic en sí, sino el mensaje que Natalia escribio. Si, el mismo mensaje que estaba ensayando en folios sueltos la noche del miércoles, cuando los Erasmus estaban celebrando la bienvenida de los recién llegados. Aquella misma noche, después de ver a Natalia subiendo las escaleras, Isa, Ana y MariFeli subieron con la excusa de siempre: ir al cuarto de baño. Pensé que tal vez ayudarían a Natalia a redactar el mensaje o a firmar el libro para tener algun recuerdo de ellas, pero no dije nada. No fue asi. El mensaje era solo de Natalia, muy bonito, por cierto, y finalizaba con una reafirmación de su total desconocimiento sobre el mundo de la viñeta y los comic manga, hasta tal punto, decía, que se sentía avergonzada ante las sugerencias que el dependiente de la tienda de comics le hacía como posibles regalos. «Nunca entenderé esto del todo» decía. Después subía al avión, encajé como pude la maleta de azafato entre los asientos porque en el hueco de arriba no entraba, bañaron al avión en anticongelante y despegué de tierras varsovitas sabiendo que no tenía muy claro cuándo regresaría. Si es que regreso algún día.
Mi estancia en Varsovia ha sido, creo yo, de lo más edificante. He aprendido muchas cosas que no habría podido aprender de haber seguido con mi vida normal en Madrid. Aunque lo he pasado mal muchas veces, los pocos momentos buenos que he tenido me servirán para guardar un buen recuerdo de esta época. He conocido gente buena y gente menos buena, pero de todos he aprendido algo, tanto para bien como para mal. Y luego he conocido a gente insoportable que creo que ya sabeis quien es. Hay cosas que lamento haber hecho, por supuesto, pero lamento más las cosas que no hice en su momento, porque no tenía interés, me faltaba motivación y mil y una de las excusas que acostumbro a ponerme para no decepcionarme a mi mismo. Todavía tengo mucho por hacer y mucho por aprender.
Edito: este último informe ha tardado mucho más de la cuenta en publicarse porque comprende dos semanas (la que terminó tras el regreso del viaje a los paises bálticos y la semana del día en que me fui de Polonia), además desde que volví no he tenido mucho tiempo para redactar nada (como habreis observado, tampoco se ha publicado nada nuevo del Diario de a Bordo), he estado ocupado por aqui y por allá, haciendo cosas sin parar. Pido disculpas por haber dejado el blog tan abandonado, asi como por tan escueta conclusión a los informes de Varsovia. Lamento si algunas de las personas que he mencionado se toman a mal cualquier comentario o crítica que haya hecho, se siente, esto es lo que hay y es una opinión, la mía. Por todo lo demás, gracias por haber dedicado tiempo a leer los informes (tengo entendido que no es tarea fácil habida cuenta de lo mucho que suelo explayarme al escribir) y espero poder seguir contando con esos lectores en próximas entradas. Un saludo y ya nos veremos.