Diario de a bordo LXXVII

9 11 2009

“¡Mira, Fa’adiya! ¿Qué es esto?” Preguntó la voz de una de las guardias.

“¿Qué quieres ahora?” Respondió irritada una segunda voz, la de Fa’adiya al parecer.

“Parece un hacha… Es un hacha.” Dijo la primera voz. Desde el suelo miré a mi alrededor. No había rastro de Caos. Sus ropas estaban tiradas por la superficie del piso.

“No digas tonterías, Oo’kina’h… Vaya, parece que si que lo es. Un hacha.” Cada vez estaba más nervioso. Caos era capaz de asaltarlas como a los campesinos que encontramos de camino a la ciudad Capital.

“¿Qué hace aquí tirada en el suelo?” Oo’kina’h estaba llena de preguntas. Al parecer se agachó y escuchamos el sonido del hacha al alzarla.

“¡Un momento, Oo’kina’h! Déjame ver ése hacha de cerca…” Vircof, Txus y yo nos mirábamos preocupados. A Caos no se le veía por los alrededores. “Este hacha… este hacha es de la armadura de Ak’roma. ¡Creí que la habían perdido hace cuatro años! ¿Qué hace aquí tirada?”

“¿Qué hacemos con ella, Fa’adiya?” Preguntó su compañera.

“¿Que qué hacemos con ella? Pareces tonta. ¡Pues llevarla a la sala del trono donde está el resto de la armadura, boba!” Espetó Fa’adiya.

Escuchamos el sonido de sus pisadas alejarse. Nos habíamos salvado gracias a los reflejos de Txus. Instinto de supervivencia tal vez. Permanecimos unos minutos más tirados en el piso de la tienda de campamento. Apenas se nos escuchaba respirar. No dejábamos de mirar a nuestro alrededor esperando alguna señal de Caos. Se había desvanecido.

Pasado un momento decidí ponerme en pie. Los demás me siguieron y se levantaron poco después. Mi idea era echar un vistazo y averiguar en qué lugar estábamos, pero Caos apareció delante de nosotros.

“¿Dónde te habías metido?” Susurré intentando dominar mi enfado. Con lo bien que estábamos trabajando como equipo me había molestado que Caos hubiese desaparecido cuando estábamos en serios apuros.

“Me había encogido y estaba observando qué hacían con mi hacha las vigilantes desde los pliegues de la tela.” Se excusó. “Cuando cambio mi tamaño los objetos no cambian conmigo.”

“Eh, gente…” Murmuró Vircof.

“¿El hacha de la armadura de Ak’roma? Vas a tener que explicarme eso.” Le exigí a Caos.

“Es una larga historia…” Respondió intentando evitar el tema.

“¡Gente!” Susurró Vircof con más fuerza pero sin elevar la voz. “Creo que tenemos problemas más graves ahora mismo.” Añadió indicando que nos girásemos para mirar a nuestro alrededor.

Estábamos en una tienda de campamento del cuartel que había en la fortaleza del palacio de la emperatriz. Nos rodeaban una docena de catres ocupados por soldados que dormían plácidamente ajenas a nuestra presencia en su dormitorio cubiertas por una fina sábana, lo bastante fina como para evitar el calor tropical pero impedir las picaduras de mosquitos al mismo tiempo. La mayoría de las soldados dormían desnudas.

Como nos descubriesen en aquel preciso instante se iba a formar un buen revuelo.


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3 responses

10 11 2009
chusetto

«La mayoría de las soldados dormían desnudas.»

Ehehehehehe (Cara de Shin-chan)

11 11 2009
Vircof

No se porque, pero me viene a la cabeza ese episodio de Futurama con las amazonas. Les obligaran tambien a exar un kiki? XDD

11 11 2009
Joputa

Muerte por KiKi!!!

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